Mingas para crear: tejiendo redes de solidaridad, afecto y disfrute
Lauramba, la minga y la tonga son prácticas culturales ancestrales que se fundamentan en el compartir y estar unidos, son pilares de la identidad, espacios de solidaridad y reciprocidad que han permanecido en el tiempo para construir y estrechar lazos sociales.
Las mingas son acciones políticas, espirituales y comunitarias que reivindican la posibilidad de nombrarse, definirse y organizarse desde lógicas construidas en común. Son estrategias de transmisión de memoria y diálogos intergeneracionales para compartir sueños, saberes y narrativas para crear juntos a partir de las experiencias propias.
Estas prácticas de solidaridad y trabajo comunitario han estado en el corazón de las luchas por el derecho a la propiedad colectiva de tierra que han consolidado espacios de trabajo conjunto, como el Proceso de Comunidades Negras (PCN) y los numerosos consejos comunitarios que en Buenaventura han logrado la titulación de la mayoría de los territorios rurales.
Muchas organizaciones sociales comunitarias y prácticas artísticas de la región se sustentan en el trabajo colectivo, inspirado en las ideas de uramba y minga, que son sistemas organizativos propios de las comunidades afrodescendientes e indígenas, que se resumen en la frase tradicional del pacifico que se utiliza al hablar de espacios de comunidad y apoyo:
Las prácticas artísticas han ocupado un lugar central en las mingas y urambas por la defensa de la vida, el territorio y los derechos humanos en Buenaventura, acompañando y liderando estrategias de reconocimiento, construcción y fortalecimiento de identidades a través de experiencias creativas y pedagógicas.
La Corporación Centro de Pastoral Afrocolombiana (CEPAC) ha acompañado estas mingas y encuentros comunitarios con misas interculturadas y presentaciones artísticas en las que participa Arambeé; un grupo folclórico juvenil impulsado por el CEPAC,que se articula a procesos de duelo y construcción de memoria creando producciones artísticas y performances que transforman y reinterpretan los aspectos poéticos, espirituales y políticos de las tradiciones culturales.
Arambeé, que significa grito de libertad, trabaja con el folclor integrando danzas, coplas, cantos y piezas teatrales a su repertorio de Piezas sociales en las que adapta danzas y ritmos como la moña y la pieza El cuerpo presente/ausente para abordar problemáticas sociales del territorio y de la identidad afrocolombiana.
Vean, ve, les pido en nombre de Dios, mantengamos la autonomía y defendamos nuestros derechos tanto de noche como de día. Por eso a todos los llamo al ritmo de esta canción que luchemos por Buenaventura y por toda la región.
(Copla de La Moña Social, Arambeé)
Vinculado al proceso de recuperación de rituales mortuorios afro pacíficos liderado por el CEPAC, Arambeé también re-significa y re-interpreta tradiciones ancestrales locales, alabaos, arrullos y mandalas para adaptarlas a los duelos por los muertos y desaparecidos víctimas del conflicto armado. De esta manera, apoyan conmemoraciones como las de las Madres de punta del Este y las de las Madres por la vida, entre otras.
A través de las artes y los cuerpos en movimiento se recuperan y resignifican las prácticas tradicionales y saberes ancestrales con las que las comunidades afrontan las violencias y el conflicto armado. Así ha sucedido con la Fiesta de los Matachines de Yurumanguí, que ha migrado con sus pobladores desde el río Yurumanguí hasta la zona urbana, donde se ha transformado para procesar hechos dolorosos como la masacre de los doce jóvenes de Punta del Este.
Otra de las organizaciones comunitarias de Buenaventura que también trabaja en mingas que articulan los procesos de memoria, la defensa de los derechos humanos y las prácticas artísticas, es la Fundación espacios de convivencia y desarrollo social (Fundescodes). Esta organización cultural acoge en su sede espacios de encuentro como la Capilla de la memoria, la biblioteca comunitaria y potencia procesos pedagógicos, comunitarios, de comunicación popular y creación artística para fortalecer la vida y reparar a las víctimas. Allí confluyen numerosas organizaciones que crean arte y construyen en mingas comunitarias la memoria y el porvenir en el territorio.
El Semillero de Teatro por la Vida hace parte de los procesos de Fundescodes. En él se llevan a escena diferentes creaciones propias y adaptaciones, que forjan espacios de reflexión social y disfrute artístico. También, desde el teatro, hacen un trabajo pedagógico sobre temas de convivencia en el territorio, como la igualdad de género y los derechos de las niñas y los niños. Asi lo describe John Erick Caicedo, su director:
Es, digamos, una escuela de pensamiento. Digo yo: es una escuela de teatro. Porque cuando se adaptan [las obras] o las aterrizas al contexto… cuando uno aterriza estas obras, digamos, de otros lugares, lo primero que se hace es un análisis de la vida de la sociedad que tenemos alrededor. Entonces, estos chicos, también, están en un proceso de entender su territorio, su cultura, en el proceso mismo de hacer la obra de teatro.
Desde el teatro, el Semillero hace un trabajo pedagógico para generar un espacio de protección y cuidado que propicia la creación, la expresión, la convivencia y el trabajo colectivo.
Las obras y adaptaciones que realiza el Semillero de Teatro por la Vida invitan a reflexionar sobre las condiciones de vida en Buenaventura. La obra de teatro Doña Florencia la mujer presidenta, rinde homenaje a la lideresa Florencia Arrechea. Con carne y sin pescado es una adaptación para conmemorar las luchas y el asesinato del líder Temístocles Machado.
Eso era por lo que luchaba don Temis, luchaba para que el desarrollo no arrasara con las comunidades. Don Temis luchaba por la defensa del territorio, y el personaje principal de la obra Con carne y sin pescado luchaba también porque este progreso no acabara con la vida que tiene la gente en sus territorios.
(Jhon Erick Caicedo)
Fundescodes, la Capilla de la Memoria, Madres por la vida, Madres de los 12 de Punta del Este y Arambeé, son algunas de las organizaciones que conforman la Minga por la Memoria, uno de los espacios más representativos en el que confluyen diversas organizaciones de Buenaventura con el objetivo de posicionar la memoria como un derecho de la población. Esta minga trabaja colectivamente para reconstruir y dinamizar el tejido social; construyendo mecanismos de denuncia abierta de la realidad que se vive en la ciudad por medio del arte, acciones rituales, performáticas y pedagógicas.
El informeBuenaventura, un puerto sin comunidad es resultado de las acciones colectivas emprendidas por la Minga por la Memoria, quien solicitó al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) hacer de Buenaventura un caso emblemático dentro de los procesos de construcción de memoria del conflicto. Este informe fue llevado a la escena por varias organizaciones con la coordinación del Semillero con la obra Tocando la marea.
Tocando la Marea es una creación colectiva que brinda una lectura propia de un momento histórico del conflicto en Colombia, quienes a partir de recuerdos y narraciones orales, música y objetos simbólicos del territorio, como las tablas de madera y las máscaras de animales, se conectaron con los temas del informe para crear con sus cuerpos en movimiento una obra de memoria colectiva construida en minga.
Rostros Urbanos también hace parte de la Minga por la Memoria. Articula los trabajos de memoria histórica, construcción de paz, creación de escenarios de formación artística y política con la producción de piezas musicales y gráficas que generan impactos en las comunidades. promueve el arte como estrategia de paz y resistencia pacífica a través de la música urbana y el graffiti.
En el área rural, la Escuela de poetas de la vereda La Gloria, también se articula a la Minga por la Memoria y trabaja el arte de la palabra en los procesos de transmisión de saberes, preservación de las tradiciones populares y reparación por las afectaciones del conflicto.
El arte como espacio de protección, fragmento de entrevista a John Erick Caicedo, director de Fundescodes. Buenaventura, 20 de septiembre de 2019. Investigación Prácticas Artísticas y Memoria en el Pacífico (UdeA – RHUL).
Toda la historia de movilización social y organización comunitaria en el territorio se reflejó en el Paro Cívico de 2017, que detuvo por veinte días las actividades cotidianas del puerto y la ciudad, convocando a la población a las calles para reclamar al Estado soluciones inmediatas en salud, educación, cultura, infraestructura, acceso a la justicia y reparación a las víctimas.
Durante el Paro, la música y la danza convocaron a familias completas a permanecer en las calles en los más de diez puntos de concentración establecidos por toda la ciudad:
“Los tres primeros fueron días de música, canto y oración. Nos habíamos dispuesto a orar en los espacios de concentración popular y allí nos unimos alrededor de los bombos y guasás, de los cununos y marimbas. No hubo proclamas políticas ni llamamos a guardar la disciplina. Tampoco tuvimos enfrentamientos con la fuerza pública. Bailamos currulao. Cantamos. Jugamos dominó. Conversamos entre nosotros en calma y con los pocos medios que nos preguntaban qué sucedía. Mi Buenaventura se convirtió en nuestro himno y lo bailamos sin tregua”.
Porque la tierra es nuestra, completamente nuestra, ¡el pueblo no se rinde carajo!
Alrededor de esta consigna, artistas y organizaciones se unieron a las actividades del Paro Cívico realizando marchas por las calles, tomas artísticas, bloqueos culturales, ollas comunitarias, actos interreligiosos, que reclamaron soluciones a las problemáticas de la ciudad y abrieron caminos de negociación, logrando que el gobierno se comprometiera a cumplir las peticiones de las diferentes mesas y comités.
El Paro Cívico duró 22 días y fue convocado por 61 organizaciones sociales, políticas, artísticas y culturales. Dentro de los logros del paro está el compromiso que asumió el gobierno nacional y el Centro Nacional de Memoria Histórica en la Mesa de Acceso a la Justicia, Protección, Víctimas y Memoria, para la creación del Centro de Memoria Histórica para el Litoral Pacífico.
Manifestarse a través del arte es para la población de Buenaventura una forma segura de permanecer en las calles y ejercer sus derechos a la protesta pacífica. Estar en la calle, juntos como familia, cantando, bailando, tocando los bombos, cununos y guasás es una de las formas más valiosas de expresar su humanidad para reclamar un trato digno.
Juntarse, hacer mingas y urambas en Buenaventura es encontrarse para crear juntos, abrir espacios para la construcción de afectos y momentos de socialización en los que el dolor, la rabia, la valentía, la esperanza y la tristeza, son expresiones permitidas y experimentadas en colectividad. Allí, se intercambian y se comparten memorias personales creando una red de memorias colectivas de la comunidad y encontrando la posibilidad de procesar las huellas que deja la violencia.