La importancia de crear espacios alternativos para:

Encontrarse y estar juntos. Procesar lo inteligible. Compartir, jugar, festejar, conectarse con familiares y vecinos, recrear sistemas comunitarios que sustentan sus mundos y creencias propias. Reír y abrazarse.

Preservar los saberes ancestrales y prácticas tradicionales, escuchar a las abuelas y abuelos; aprender haciendo, mirando, practicando. Transmitir a hijos y nietos la memoria cantando, tejiendo, danzando; estimular en las nuevas generaciones la creatividad y el saber que alimentan la cultura y el ser. Las tradiciones y sus ancestros están al centro de los procesos artísticos; son su referencia e inspiración.

La alegría. Construir y posibilitar opciones de vida fuera de la guerra y el conflicto, imaginando y creando nuevos mundos de la mano de sus comunidades para materializar sueños e ideas.

Expresarse y comunicarse con tranquilidad para denunciar de manera directa o simbólica los atropellos del conflicto y la desatención selectiva del Estado, alertar tragedias inminentes y buscar soluciones para las necesidades. Gritar, desahogarse; abrazar al que llora, llorar juntos; perdonar, reconciliarse.

Honrar la espiritualidad y lo supra-humano, las deidades y los santos y patronos.  Despedir a los muertos cantando y danzando. Retomar las creencias y rituales en las creaciones artísticas.

Construir memoria desde los territorios para oponerse al olvido y al silencio a través del juego, el canto y el baile; recuperar las prácticas y sentidos comunitarios tejiendo y pintando; para recordar y fortalecer las luchas por la vida digna y la construcción de paz en los escenarios políticos, educativos y artísticos.

Inspirarse en los movimientos de los animales, en los sonidos de los ríos y las selvas. Cantar para proteger el territorio y cuidar la vida. Transformar el árbol en tambor, en casa, en barco, volver la caña viche y el maíz chicha para resignificar su existencia; para compartir en los rituales y las fiestas.

Tejer redes de solidaridad, de pesca, de soberanía alimentaria; fortalecer las identidades intercambiando saberes; romper fronteras y transitar otros paisajes, ampliar la mirada a otros universos para crear comunidades interculturales.