“Buenaventura: un puerto sin comunidad, la investigación más completa sobre quince años de horror e indiferencia por los que ha pasado el puerto del Pacífico. Por encima de la degradación de la violencia, se alza la voz de las víctimas y la cultura afro, con sus iniciativas de memoria y resistencia”, se afirma en la página del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).
Este informe surge como respuesta a la solicitud recibida por parte de una gran minga en la ciudad, conformada por organizaciones étnicas, eclesiásticas y sociales, al centro cuando este tenía el proyecto de realizar un informe sobre el desplazamiento en la región. Estas organizaciones invitan a esta institución a realizar el informe de manera colaborativa articulando la población y las áreas de investigación con el museo y el archivo del Centro Nacional de Memoria Histórica. Después de publicado el informe, estas organizaciones, junto a otras que llegaron, se articularon en el proceso que se llamó Minga por la Memoria.
Desde encuentros regulares hasta talleres corporales, la comunidad se reunió con un interés en común: contar la historia de Buenaventura, pero con sus propias palabras, ilustrar su sentido de memoria y de los sucesos que marcaron a toda una población; despersonalizar un conflicto, recobrar la mirada, generar espacios para compartir voces, palabras, cantos, sensaciones y movimientos. Más que un informe, Buenaventura: un puerto sin comunidad se convierte en una excusa para volver a reunirse, confiar y encontrar otras formas de analizar las vivencias.
Esta unión de miradas, discusiones y trabajo desembocan en la creación de un libro que genera una mirada más amplia, ver el territorio en general y no solo una fragmentación desde perspectivas particulares: “[…] había una necesidad urgente de que quedara una evidencia histórica de que esos hechos existen y es un asunto simbólico. […] el libro daba una existencia […], como decir: tu historia es importante, tu historia existe, tu historia ocupa un lugar”, afirma Constanza Millán en entrevista personal el 29 de junio de 2020.
Se crea Tocando la marea para socializar el informe en el territorio, una puesta en escena liderada por el Semillero de Teatro por la Vida de la Fundación de Espacios de Convivencia y Desarrollo Social (Fundescodes). Se articularon con un conjunto de organizaciones artísticas y de la memoria que trabajan de manera colaborativa y colectiva. De esta manera la obra no solo recoge partes del informe sino memorias personales, colectivas y sociales de los participantes, pudiendo poner a los espectadores en los zapatos de los otros y escuchar estas historias de manera directa por quienes las vivieron.
Este informe relata, analiza, recopila, memorias sobre las infraestructuras portuarias que destruyen la fluidez de comunidades rurales y urbanas; sobre los significados y sentidos que han otorgado las comunidades afrodescendientes a la violencia que han vivido y de la configuración de escenarios de resistencia que continúan hablando de la habitabilidad del territorio. Pero, sobre todo, construye una narrativa y un análisis de cómo las comunidades de Buenaventura se resisten a dejarse vencer por el terror, la violencia y el miedo.