Máscaras en Tocando la marea

En la obra Tocando la marea se presenta un elemento de orígenes rituales: la máscara. Este dispositivo escénico transforma no solo el rostro del actor o de la actriz, sino que cambia todo su cuerpo, sus expresiones, lo dota de un nuevo significado en la escena y, en muchos casos, se vuelve un elemento simbólico. 

Al respecto John Erick Caicedo, co-director de la obra, relata:

“Las máscaras de una de las escenas de Tocando la Marea representan actores armados, funcionarios, empresas locales, nacionales e internacionales que a través de sus dinámicas de explotación en el territorio han venido desplazando a la gente. En ese sentido nosotros no quisimos ser directos en decir sino que buscamos una figura que se come todo, daña, destruye, que hasta que no vean que dañan con todo lo que hay en el lugar no se sacian, quisimos que fuera eso, un cuervo de esos que llegan y destruyen pero también ese pico que se convierte en escopeta que representa todo el conflicto armado, independientemente de que sea un actor u otro, aquí la crítica es a la manera cómo han operado todos los actores armados en el territorio, sean legales o ilegales, insurgentes, paramilitares, entonces las máscaras representan ese terror, esa manera de sacar a la gente del territorio, el despojo, el extractivismo, el confinamiento, el miedo de la gente. Entonces a partir de ahí quisimos poner esas máscaras para que también fuera una manera de nosotros cuidarnos en la manera como denunciamos y expresamos lo que pasa en el territorio”

Sobre el simbolismo de las máscaras en la puesta en escena Juana I. Salgado, co-directora de la obra, comenta:

“Representan los actores armados. Una de las consecuencias de la degradación de la violencia es que no son reconocibles los actores armados, la gente no sabe si son Bacrim, guerrilla, paramilitar, etc. Por otro lado, era peligroso nombrar un actor armado directamente, porque estos conviven en el territorio. Por ejemplo, muchas veces hay familias que tienen parientes en un lado o en otro. El conflicto vive en los barrios. 

También, es una representación, que no solo está en el Pacífico sino en todas las dramaturgias del conflicto armado, de los animales como un signo que encarna la fuerza que se lleva al vida. En este caso, la elección del elenco fue el ave: la que sobrevuela, la que trae el mal agüero, la que anuncia la tragedia. 

Con esa idea regresé a Bogotá y comencé un trabajo con el taller de los hermanos Castro, que es un taller de escenografía, para la elaboración de las máscaras. Dudé de la elaboración por el material en que fueron hechas (peluche). Luego pensé que se habrían podido hacer en madera, en el territorio. Pero se dió así. 

Las máscaras son negras y tienen un pico que termina en un arma. Esto genera el signo un poco más fuerte, donde se conjuga lo metafórico con lo frontal del actor armado.

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