Bellavista Viejo

“El calor, la bulla y las puertas abiertas anuncian un nuevo día en Bellavista. Rosita se despierta y sale de la casa para el río. Antes de bañarse, y como las distancias en Bellavista son muy cortas, pasa por la casa de la señora Carmen, que con la puerta siempre abierta la recibe y charlan un rato. Antes de irse, Rosita prepara la boya que con un nylon largo, tres o cuatro anzuelos y un plomo, le aseguran dos o tres pescados para desayunar cuando termine de bañarse. Coca se levantó un poquito tarde y no alcanzó a preparar la boya, pero Rosita la convida a desayunar en su casa, de todas formas la abundancia de pescado da para que cada una se coma los que quiera hasta quedar satisfecha. En la orilla del río, Coca recibe a su abuela que llega de la finca con plátano, caña, arroz, coco, banano y chontaduro mientras se acercan otros vecinos para intercambiar sus productos, de todas formas, en Bellavista todos son un poquito campesinos, un poquito pescadores y un poquito ebanistas a la vez, por lo que siempre habrá algo que intercambiar, mientras se echan chistes y se charla un rato.” (relato construido a partir de narraciones recogidas por María José Santodomingo Granados, 2018).

Este relato transmite la textura de la vida cotidiana, cuando “Bellavista Viejo” era Bellavista. Las casas de madera se alineaban mirando al Atrato y el imponente río era el testigo constante de las andanzas de todos sus pobladores. Esto fue antes de que el pueblo fuera reubicado entre 2005 y 2007, pocos kilómetros al sur, en una zona alta, donde el río no inundara las casas. En esta nueva ubicación el Atrato ya no es parte del trasegar diario de los pobladores, no es donde se lava la ropa ni la loza, no es donde juegan niñas y niños. Bellavista Viejo, aunque ya no es donde vive la gente, continúa siendo un lugar de memoria, de afectos profundos y el escenario de actos y momentos importantes para la comunidad de Bojayá. 

En Bellavista Viejo las casas eran lugares grandes que les permitía a los habitantes de la cabecera del municipio “vivir como hermanos”, así describe Elvia Mosquera cómo era la vida en el antiguo pueblo. Antes de la reubicación del pueblo, los vínculos afectivos allí eran más cercanos, todas las familias “mamás, hijos, nietos, sobrinos, vivían revueltos (…). Ahora que ya nos pasamos pa’cá es que ya todo el mundo está independizado (…). En Bojayá bañaba sobrosa en mi río, allá estaba el río y cada casa tenía su balsa.  Aquí el río es hondo y caudaloso, en cambio allá era el río manso dicen, manso, y todo el mundo veía de su casa, el niño bañaba, se subía y todo el mundo sabía que estaba, pero acá quién se da cuenta, nadie. O sea, una forma muy penetrada nosotros allá en Bellavista Viejo, vivíamos sabroso”. Elvia Mosquera, integrante del Colectivo Teatral de Bojayá. Entrevista realizada en Bellavista Nuevo, 08 de septiembre de 2019.

“Esto era un pueblo de ambiente, estaba aquí la gente amañado, porque vivía uno a la orilla de Atrato, y la gente se bañaba era en su agua del Atrato, sí, la gente todo se hacía en su agua del Atrato porque ya uno se acostumbró desde muchacho a vivir metido en su agua del Atrato (…). Como quedó el recuerdo que ya se está convirtiendo en puro árbol, montaña… poco a poco ya se van borrando las heridas, apenas quedan los recuerdos”. Entrevista Domingo Chalá, compositor, agricultor y sepulturero de Bellavista. Entrevista realizada en Antiguo Bellavista, 09 de septiembre de 2019. 

Bellavista viejo mantiene su vigencia como el lugar de los procesos de memoria, reconciliación y paz; es donde se congrega la comunidad para  conmemoraciones y para participar en actos públicos importantes, tales como el de acto de reconocimiento de responsabilidad y petición de perdón de las FARC-EP a las víctimas de Bojayá, realizado el 6 de diciembre de 2015. Las ruinas del colegio, del centro de salud, de la Caja Agraria, han servido de escenario para las obras de teatro creadas por el colectivo de teatro de Bojayá y presentadas en los diversos actos, conmemoraciones y aniversarios. La Iglesia de San Pablo Apostol, reconstruida pocos meses después de la masacre es utilizada para celebrar liturgias importantes, recientemente ahí se hizo una de las ceremonias religiosas durante el entierro final de las víctimas, en noviembre de 2019.

Hoy varias de las organizaciones de Bojayá trabajan para complir su sueño de convertir a Bellavista Viejo en un lugar de memoria.